Hoy los gestores demócratas se han concentrado en el primero de los cargos contra Donald J.Trump: el abuso de poder en el ejercicio de sus funciones.
Para ello, han intentado refutar uno por uno los argumentos de los abogados del Presidente. Jerry Nadler ha querido demostrar que el incumplimiento de la Constitución era motivo suficiente para incapacitar al Presidente. Sylvia Garcia ha alegado que las actividades de los Biden (padre e hijo) en Ucrania eran completamente legales. Adam Schiff ha argumentado que Trump retuvo la ayuda militar a Ucrania con fines personales – para obtener información que pudiera manchar la reputación de su oponente político Joe Biden. Val Demings ha intentado convencer a los senadores de que la destitución de Trump no oculta motivos partidistas sino que es una cuestión constitucional y que de el resultado del juicio depende la supervivencia de la República. (Haz click aquí para un resumen más completo de la jornada publicada por el Washington Post)
Una de las preguntas claves de este proceso es la siguiente: ¿tiene el Presidente Trump que haber cometido un crimen para ser destituido o basta con que sus acciones constituyan una violación de la Constitución? Aunque hace unos días, la agencia independiente GAO (Government Accountability Office) dijo que la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca (Office of Management and Budget of the White House) había violado la ley federal the Impoundment Control Act (literalmente la ley de control de la confiscación) al decidir retener ayuda militar a Ucrania, esta información no ha sido tenido en cuenta durante el juicio.
Con respecto al abuso de poder, en su sección Between the scenes, Noah insiste en que el Presidente de Estados Unidos ha llegado a un punto en el que tiene la impresión de poder decir y hacer lo que quiere cuando le da la gana. Como ejemplo toma los mítines multitudinarios del Presidente en los que, en lugar de hablar de temas de actualidad nacional o internacional como su impeachment o la política extranjera de Estados Unidos en Iran o en Ucrania, se lanza en grandes diatribas contra los retretes, las cisternas y los lavaplatos de bajo consumo de los que «no sale agua».